Necesitamos certezas para una economía previsible y en crecimiento
Por: Guillermo Siro, presidente de la Confederación Empresaria de la Provincia de Buenos Aires
Vivimos una lógica sensación de incertidumbre con respecto a los próximos años porque realmente no sabemos a qué atenernos con respecto a los trazos gruesos y finos de un acuerdo con el FMI.
Se trata de una instancia tan sufrida como obligatoria. Ningún trasnochado de estas tierras piense que se pueden pagar los 19 mil millones de dólares de vencimiento previstos para el 2022, sin alcanzar un acuerdo. En cambio, si seguimos el camino de un acuerdo habrá pautas claras. Tal vez sean duras. No será el paraíso, por cierto, pero iremos saliendo de los subsuelos más insalubres.
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Es realmente imperioso contar con certezas y con un período importante de previsibilidad. En tal sentido, no sirve para nada la famosa frase “vamos viendo”. Ni tampoco la tentadora actitud de patear la pelota para adelante para que otro gobierno se haga cargo.
Resuelta la instancia del FMI, tendremos una visión distinta para mejorar las condiciones de la amortización de compromisos y así profundizar la imagen de país confiable. Esto alude a una certificación simbólica necesaria para un pleno contacto con el mundo comercial internacional.
En definitiva, no habrá posibilidades de pagar si no es con producción y trabajo, que será la usina de donde provendrán los recursos monetarios.
Compromiso
Es oportuno hacer una comparación con el drama que sucede con los cheques rechazados y la confiabilidad de una empresa. Si la empresa a la cual le rechazan cheques necesita más financiamiento, deberá recurrir a un cheque de terceros, es decir, al de una empresa con buena historia crediticia y de legajo impecable. Es decir, una firma confiable que asegure credibilidad.
En el caso del acuerdo con el FMI, es más o menos parecido, con la diferencia que Argentina tiene que despojarse de las tinieblas del cheque rechazado de un amenazante default. Y allí es donde entra el mundo productivo, manifestando su compromiso con los mercados, y en las antípodas de la especulación y de la timba financiera.
A esa necesaria condición de confiabilidad, le debemos agregar otra más que es la de tener un camino hacia un futuro previsible, de plena recuperación y crecimiento. Esto se logra también con más producción y trabajo que asegure el tránsito de un camino que permita la generación genuina de divisas.
No nos cansaremos de reiterar que esas divisas deben venir de la producción local competitiva, del comercio internacional, de la exportación de productos con valor agregado y por consiguiente del trabajo de los argentinos o, como predica nuestra Constitución Nacional, de hombres y mujeres que quieran venir a nuestro país para obtener prosperidad.
No es una utopía pensar en un gran salto de calidad y posicionamiento con una mejora de la agroindustria, o de alimentos, robótica, manufactura del prestigioso cuero argentino, indumentaria y la industria automotriz, por citar algunos ejemplos.
Deuda interna
Para una producción competitiva de calidad internacional debemos fomentar y mantener un trabajo de calidad. Por eso, hay que poner mayor atención en la retención de cerebros, sobre la cual evitamos hablar, pero que alude al nudo gordiano de un proyecto de desarrollo.
No nos podemos dar el lujo de seguir abandonando a nuestros jóvenes, quienes recibidos de ingenieros, informáticos, médicos o químicos, logran su autocompasión material atravesando el océano para ganar como “deliverys” de pizzas en Europa lo que no pueden obtener en su país.
Hay allí una enorme deuda que no podemos saldar con toda esa generación, donde asumimos el porcentaje de esa obligación desde nuestro sector, aceptando también que allí no sólo es el Estado el que debe comprometerse, sino la sociedad en su conjunto.
En síntesis, desde la producción, la industria y el comercio, queremos constituirnos en verdaderos garantes de un escenario proactivo de desarrollo y bienestar de la sociedad en su conjunto. Sabemos de qué hablamos y cómo hacerlo.
Simplemente proponemos un esfuerzo para asegurar certezas para nuestros futuros.